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¿Disfrutas la crianza? Algunas tensiones en la crianza: entre el amor y las dudas

Juan Fernando Gómez Ramírez

Médico pediatra / Coordinador del Grupo de Puericultura U. de A. / Junio 6 de 2019

Los tiempos han cambiado. Una frase que escuchamos y repetimos con frecuencia. Queremos que nuestros hijos sean felices y no sabemos cómo hacerlo. ¿Será el tener, el llenarlos de objetos la clave de su felicidad? ¿Será el acceso a la última tecnología? ¿Será el evitarles frustraciones o esfuerzos?

Para la mayoría de los padres tener hijos es lo mejor que ha podido ocurrir en sus vidas y ven la crianza como la empresa más importante que puedan emprender. Al mismo tiempo, esa crianza de los hijos genera con frecuencia tensiones y ansiedades: el temor a equivocarse, no existen reglas fijas, ni recetas para criar.

La ansiedad

Estado de inquietud o zozobra de los padres, sometidos a grandes tensiones, que puede transmitirse a los hijos y afectar su cuidado y protección. A menudo tienen expectativas desmedidas, al considerarlos más como proyectos hacia el futuro que como realidades presentes. Son los hiperpadres, llamados así por la psicóloga norteamericana Madeleine Levine.

A los hijos, les cargan la mochila del colegio, se angustian porque no ingieren todos los alimentos, preguntan diariamente en el grupo de WhatsApp® por las tareas, se entrometen excesivamente en la vida académica de la escuela entorpeciendo la formación.  

Estos padres, ejercen gran presión para que sus hijos triunfen y sean altamente competitivos, estresándolos por el temor a fallar o a equivocarse. También denominados los padres helicóptero, siempre supervisando con una clara connotación sobreprotectora y controladora.

Esta intención de involucrarse excesivamente en la vida de los hijos, altera el desarrollo de su autonomía, tienden a ser inseguros en su comportamiento, no conocen la frustración y, por lo tanto, no saben gestionarla; tampoco han tenido límites de comportamiento que les faciliten sus relaciones sociales.

La prisa

Es la tiranía del tiempo que ha invadido la vida laboral, la vida familiar, la educación de los hijos y hasta el ocio.

El afán se refleja y afecta la crianza y el desarrollo neurológico y psicológico de los niños, niñas y adolescentes, pues su ritmo no coincide con el ritmo acelerado de los adultos, estresándolos y afectando su desempeño y calidad de vida.

En contraposición surge la propuesta de Crianza Lenta (slow parenting), una parentalidad simple, sin apuros, que enfatiza la importancia del juego, del acceso a la naturaleza y de la tecnología al servicio del aprendizaje y la lúdica.

Implica gestionar asertivamente el tiempo dedicado a los hijos, tanto en cantidad como en calidad. Se trata de hacer cada cosa lo mejor posible, en vez de hacerla lo más rápido posible.

La perplejidad

Actitud de desconcierto exagerado y, por lo tanto, anómalo, en la relación padres – hijos. Una crisis del rol adulto, sobre el referente que se debe ser para los hijos.

La psiquiatra argentina Silvia Di Segni Obiols, afirma que estos adultos en crisis tienden a:

  • Transmitir las mismas pautas con las que fueron criados: una relación vertical con los hijos con tendencia al autoritarismo (adultos tradicionales).
  • No transmitir pautas, evadiendo el rol adulto (cultura adolescente de los padres).Desean parecerse a sus hijos, sin establecer normas, con poca intención de educar, orientar y fijar límites (hijos eternos).
  • Angustiarse y paralizarse cuando se sienten inseguros, optando por propuestas y decisiones contradictorias que suelen confundir a los hijos (hijos de la duda).

Asumir el rol adulto significa admitir que se cometerán errores y se aprenderá de ellos, que habrá incertidumbre y tensiones. No esperar a que otros ocupen el lugar que se deja vacante para que adopten a quienes se deja huérfanos de crianza.

La culpa

Sentimiento resultado de una acción que provocó un daño, y que trae consigo una sensación de responsabilidad. Los padres de hoy son en gran medida culpógenos (generadores o productores de culpa), a pesar de ser comprometidos y bien intencionados.

Varias son las causas: 1. El tono condenatorio con el que fueron criados por sus padres, quienes no parecían sentirse culpables por sus errores y su autoestima no se nutría del amor de los hijos, a diferencia de la generación actual de padres. 2. La sobredosis de información alrededor de la crianza que puede sofocar la sabiduría innata y hace que se sientan incompetentes y culpables por tantas fallas que se descubren en su diario actuar en la crianza.

La culpa genera sentimientos de inferioridad parental y temor  y socava la necesaria confianza en la función de ser padres.

Lo ideal es educar a los hijos desde el amor y no desde la culpa.

Como padres es fundamental que se renuncie a la aspiración de ser los mejores padres para los mejores hijos y darse la posibilidad de equivocarse. La crianza es llevada a cabo por seres humanos para otros seres humanos en proceso de crecer y desarrollarse

Ante las tensiones en la crianza, Crianza Contigo recomienda

  • Tome conciencia de que los hijos son seres independientes de sus padres. Son gestores de su propio desarrollo. Tienen sus propias necesidades, sus propios sueños.
  • Los hijos necesitan a sus padres de manera diferente en cada etapa de sus vidas. 
  • Haga presencia en la vida de los hijos. Así podrá conocerlos, conectarse con su ser interior y será más fácil identificar sus necesidades en el acompañamiento. Participe de su cuidado y protección y muy importante, juegue con él, comparta actividades recreativas y sus intereses.
  • Promueva la autonomía. Evite la sobreprotección. Los hijos, progresivamente, deben aprender a tomar decisiones, a valerse por sí mismos, a responsabilizarse y a asumir las consecuencias de sus actos. 
  • Ponga límites. Corrija con firmeza y afecto, no use castigo físico ni psicológico. No es necesario el dolor para aprender.  
  • Los hijos deben aprender a gestionar sus emociones, a enfrentar la frustración. Promueva el reconocimiento de sus propias emociones, cuándo y por qué se sienten tristes, enojados, alegres. Oriente  sobre cómo actuar en caso de enojo y frustración.
  • Identifique en usted mismo las emociones que desencadenan los comportamientos de su hijo y regule sus reacciones. El adulto es quien guía, el niños está aprendiendo.
  • Respete los ritmos individuales y de crecimiento propios de los niños. Todos los niños son diferentes y cada edad tiene sus propias características. La prisa no es buena aliada en la crianza.
  • Asuma su rol de adulto en la crianza. Oriente, guíe, acompañe. 
  • Eduque en el amor, en el respeto, con el ejemplo; no desde la culpa, el temor o la intimidación.
  • Infórmese sobre la crianza y sobre el desarrollo de los hijos en cada edad, consultando fuentes confiables.
  • Recuerde: la crianza es un continuo aprendizaje. Los hijos son nuestros mejores maestros, si sabemos escuchar. No hay padres perfectos, tampoco hay hijos perfectos.
  • Equilibre su tiempo. Descanse.Disfrute sus hobbies. Si usted se siente bien, la relación con su hijo será más tranquila y placentera.

LECTURAS RECOMENDADAS

Di Segni Obiols, S. Adultos en crisis, jóvenes a la deriva. Buenos Aires: Novedades Educativas: 2004

Gómez, J.F. “Algunas tensiones en la crianza actual”. Boletín Crianza Humanizada del Grupo de Puericultura de la Universidad de Antioquia No. 178 de 2018 

Honoré, C. Elogio de la lentitud. Madrid: RBA Bolsillo; 2017.

Marulanda, A. De la culpa a la calma. Madrid: Aguilar; 2011.

Millet, E. Hiperpaternidad. Barcelona: Plataforma; 2015.

 

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